Los productos y beneficios que nos ha entregado la naturaleza por millones de años se han vuelto cada vez más escasos. La demanda humana ha sobrepasado todos los límites de producción y los impactos de ese apetito voraz ha acelerado la crisis Crisis Climática y Ecológica que ya ha cobrado la desaparición de cientos de especies y muy pronto, pondrá la sobrevivencia de la especie humana en vilo. Ya no hay espacio ni recursos para todos, y el acceso a tierras de producción agrícola y silvoagropecuaria es cada vez más restringida, lo que se suma al cada vez más difícil acceso a agua potable, las posibilidades de cultivar y criar animales, el aumento del nivel del mar que comenzó a inundar los bordes costeros, las olas de calor, los incendios forestales, aluviones por doquier, desplazamiento de plagas, entro otros muchos impactos.
Ese cocktail terrorífico ha activado migraciones en todo el mundo. Muchas son evidentes, por su magnitud, cobertura mediática, o por su directa vinculación con un impacto climático o ecológico. Sin embargo, existen muchas que comenzaron hace años y que se esconden bajo problemáticas políticas, económicas o bélicas, las que en los casos más extremos, representan crisis humanitarias muy complejas, y donde, en general, no existe gobierno preparado para enfrentarlas. La mayoría ya tiene suficiente con sus problemáticas internas.
Veamos esta escalada en cifras y en función del aumento de la temperatura global del planeta. Al respecto, la ciencia ha sido clara con esos efectos. Todos los tomadores de decisiones saben que el Calentamiento Global ya superó los 1,2ºC y que los países que suscribieron el Acuerdo de París no han cumplido sus compromisos, producto de lo cual el planeta se encamina en una senda que lo conduce directo hacia un catastrófico escenario de 2,7ºC para fines de siglo. Ello no significa que el problema se activa en 90 años, sino que todo lo contrario, viviremos el peor siglo de la historia de la humanidad, como lo indicó el Reporte IPCC AR6 WG1: con impactos cada vez más intensos, más frecuentes, más concentrados, afectando a todos los territorios del planeta e impredecibles.
Estamos prácticamente ante las puertas del Escenario 1,5ºC, el cual el Acuerdo de Paris pretendía no ocurriera antes del 2050, es decir, ¡se adelantó 29 años!. En cifras esta situación implica que habrá 1,1 meses con olas de calor al año, el agua fresca disminuirá en un 9%, las lluvias intensas aumentarán en un 5%, la producción de trigo disminuirá en un 9%, la de maíz en un 3%, la de soja aumentará en un 6% y la de arroz en un 6%; el nivel del mar subirá en 40 cm y la acidificación de los bancos de coral afectará el 90% de esa importante bastión de biodiversidad marina. Estas fluctuaciones impactarán duramente a la industria de producción de alimentos básicos en donde su principal efecto será la escasez y el alza de los precios, gatillando serios problemas de hambruna, migraciones, refugiados y conflictos humanitarios inimaginables, por su tipología y en territorios impensados (caso de la ciudad de Iquique en Chile debido a la inmigración de personas provenientes de Venezuela).

Las migraciones climáticas han sido también claramente identificadas por el Chatham House Reporte de Riesgos Climáticos y Ecosistémicos 2021. Dicho documento, incluye un poderoso e ilustrador diagrama que muestra en formato de cascada los riesgos asociados a la grave crisis climática global que ya estamos experimentando.

Recordemos que la humanidad desde el año 1972 consume anualmente más de lo que la Tierra es capaz de regenerar en un año (Overshoot Day). Hoy la humanidad demanda anualmente el equivalente a 1,7 Planetas Tierra, lo cual claramente es insostenible, y coincide con lo afirmado en la filtración del Reporte IPCC AR6 WG2, el cual indica que nuestras economías deben decrecer al igual que la generación de GEI. Nada fácil, en un mundo adicto al consumismo, al petróleo, al gas y al carbón; y cuyos sistemas financieros se mueven al ritmo del crecimiento, el PIB, el empleo y el aumento de la riqueza.

Ante este escenario mundial, Chile también ha demostrado que no tiene las herramientas ni tampoco las habilidades para abordar esta problemática humanitaria. El ingreso masivo de inmigrantes venezolanos a la ciudad de Iquique que están cruzando la frontera con Bolivia, generó que la autoridad ordenara su expulsión inmediata del territorio nacional, iniciando la acción con una arremetida de la policía hacia las familias indefensas aglutinadas en el centro de la ciudad. Esta situación creó un drama humanitario en el lugar y activó la xenofobia de la población local. En definitiva, un acto de populismo salvaje y fuera de todos los marcos regulatorios internacionales, de los cuales, Chile es parte.
Según el Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2020, a junio del 2019 se estimaba que la cantidad de migrantes internacionales era de 272 millones de personas. 51 millones más que en 2010. Es decir, un aumento del orden de 6 millones por año. El informe incluye a los que migran por elección y los que migran por necesidad. Según el ANCUR , el número de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo era de 80 millones a finales del 2019, de ellos, 26 millones correspondían a refugiados, 4,2 millones solicitantes de asilo y 3,6 millones correspondieron a venezolanos desplazados en el exterior.

Por todo lo dicho anteriormente, es evidente que esta dura realidad ha llegado para quedarse, y sólo podemos esperar que aumente y se agudice con los años. En este sentido, los movimientos xenofóbicos, nacionalistas y chovinistas no servirán de nada. Como dice el dicho: hoy por ti y mañana por mí. Porque si la ciencia no se equivoca, todos seremos en algún momento desplazados climáticos, de manera temporal o permanente. Ese estigma será imposible de evitar. Y se cumplirá la paradoja asociada a la actitud destructiva y voraz de nuestra especie, esa que tuvo el paraíso siendo cazador recolector, para luego asentarse, depredar todo y volver a convertirse en nómada por obligación.
Bonus track: recomiendo esta excelente película de Netflix para los insensibles.
