Durante la 3ra semana del mes de octubre de 2019 me pidieron escribir una columna sobre este tema, el texto lo envié el día 17 de octubre, justo un día antes que explotara la mayor crisis social, cuyo detonante fue una protesta por el alza del valor de la tarifa del Metro de Santiago. Como jamás se publicó, y a 45 días del estallido, la publico desde acá. Su contenido sigue tan vigente como cuando la escribí. Y hasta posee un tinte premonitorio.
Uno de los mejores manuales de diseño vial urbano del mundo lo produce la Asociación Nacional de Direcciones de Tránsito de los Estados Unidos (NACTO). Su misión es construir ciudades a partir de la creación de espacios para las personas.
Qué sideral es la distancia evolutiva de esa misión con la teoría de tráfico del siglo pasado que aún gobierna las decisiones en Chile, la cual se basa en optimizar redes, para trasladar personas de un origen A a un destino B, por una determinada trayectoria, utilizando determinados modos y con un propósito específico.
Esta visión desgastada, es la que, no permite que las autoridades, desarrollen y apliquen herramientas y acciones que apunten a interactuar con personas en lugar de sistemas. Y eso se logra incorporando el concepto movilidad la institucionalidad, normativa y manuales técnicos.
Dar ese paso, genera las condiciones para que las instancias de toma de decisiones sean más multidisciplinarias, y construyan una base más arraigada en las técnicas de las ciencias sociales complementadas con la ingeniería, la arquitectura, la geografía, entre otras.
Muchos países y ciudades del mundo han avanzado en esta línea. En Latinoamérica, el mejor referente es el Distrito Federal de México, ahí aprobaron una Ley de Movilidad y ahora van por una modificación constitucional.
Lograr que el foco de la acción pública sean las personas cambia todo. Crea instancias de mejor colaboración, disminuye las brechas entre los niveles de planificación y la ciudadanía. Se humaniza la gestión pública. Y en ese marco, crisis tales como la Evasión Masiva, por ejemplo, no se combaten desde el púlpito, sino con la ciudadanía y en un marco de acción nutrido por herramientas de gestión social.