Viviendas: Cambiar el Método Constructivo Puede Ayudar a Salvar el Planeta

El impacto ambiental de todo lo que construimos puede ser medido por la huella de carbono que se produce a lo largo del proceso de fabricación de los materiales, el uso de agua y energía durante la construcción, más lo desechos de dicho proceso, así como también, los desechos al final de su vida útil (demolición) más la destrucción de hábitats y ecosistemas para generar el terreno del proyecto. Este impacto es uno de los de mayor escala a nivel mundial, pero todavía pareciera que la sociedad sigue capturada por los métodos constructivos tradicionales, salvo contados avances tecnológicos y una nula preocupación por el desmedido consumo de suelo. Sin embargo, hay esperanzas de cambio, y es justo ese el centro de esta nota.

Los materiales básicos que requiere la construcción de viviendas tradicionales en Chile son: madera, arena, cemento, fierro, latas, aluminio, entre otros. Todos ellos son producidos, mayoritariamente, en lugares alejados del punto de construcción, cuyo transporte contribuye a la contaminación local y global, y sus procesos de fabricación responden a economías lineales que impactan negativamente los entornos donde se producen, sin que exista regulación respecto a la responsabilidad del residuo final. Si bien en Chile existe la Ley 20.920, conocida como Ley REP, la cual establece un marco para la gestión de residuos, la responsabilidad extendida del productor y el fomento al reciclaje, ésta no regula los productos que son parte del flujo productivo de las viviendas.

Por otra parte, el proceso constructivo de las viviendas tradicionales consume grandes cantidades de agua y energía eléctrica, y sus residuos, por lo general, terminan en rellenos sanitarios o basurales clandestinos, con todo el daño ambiental que ello significa.

En este sentido, resulta relevante conocer algunas cifras respecto de los impactos ambientales de la construcción de viviendas que usan economía lineal. Según una publicación del diario El País, existe un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid y la Fundación de la UAM, el cual analizó el proceso completo de un edificio de 98 departamentos y 15.500 m2 de construcción en Villa Verde, Madrid, España. El estudio consideró desde la extracción de los materiales hasta la finalización del edificio. Todo ello dio como resultado la emisión de 6.809 toneladas de dióxido de carbono (CO₂ el principal gas de efecto invernadero causante del Colapso Climático), es decir, 0,44 toneladas de CO₂ por metro cuadrado. El estudio concluye que el 70% de las emisiones fueron consecuencia de los procesos de extracción y fabricación del acero y el cemento. Por su parte, el propio proceso constructivo generó el 4,4% del total. El consumo total de agua de la construcción de ese proyecto ascendió a unos 88.500 metros cúbicos, es decir, 5,7 metros cúbicos por cada metro cuadrado de construcción.

¿Todo muy normal? – ¡No!. La sumatoria de todos los procesos de construcción habitacional en todo el mundo, sólo respecto de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero representa más del 30% del total, y ello no considera la huella de CO₂ que significa producir y transportar los materiales más los efectos de desechar los residuos al final de su vida útil. Las cifras anteriores, tampoco ponen sobre la mesa las cantidad de GEI que se emiten producto de la destrucción de bosques y ecosistemas para convertirlas en suelo urbano o construible. Pocas autoridades han recapacitado al respecto, mientras tanto hemos convertido el proceso de soluciones habitacionales en un tsunami de destrucción ambiental y ecológico.

La OECD considera que los impactos que produce este sector son estructurales y deben ser corregidos si queremos aminorar los impactos del Colapso Climático y de Biodiversidad. Además, las proyecciones futuras son aún más impactantes, según Angel et al, 2011, la producción de soluciones habitacionales deberá duplicarse en todo el mundo desde 2017 a 2060. Por lo tanto, no podemos seguir construyendo de la misma manera como lo hemos hecho hasta ahora.

Casa construida con Paneles Straw Box

¿Cuál es la buena noticia?. Chile ya cuenta con una solución que se desacopla de los procesos tradicionales de producción de materiales, aplica economía circular, no usa agua en el proceso constructivo, no genera residuos durante la edificación y sus residuos al final de la vida útil son 100% compostables. Este método de bioconstrucción y arquitectura sustentable está representado por la empresa Straw Panel que fabrica y Straw Box que comercializa Se trata de un sistema constructivo que une los mejores recursos que brinda la naturaleza con la ingeniería moderna, logrando un producto único en características y versatilidad. Los paneles de paja y madera son una solución innovadora, sostenible, bonita y resistente a un precio asequible y de rápida instalación.

Casa construida con Paneles Straw Box

Los beneficios que genera la construcción de viviendas con el sistema Straw Box son muchos. En Chile la construcción con paja, madera y barro tiene certificación; el costo de construcción, en general, es menor al de una construcción tradicional; los materiales resisten escenarios extremos de temperatura (-20ºC, + 50ºC) y son excelentes aislantes acústicos, los materiales permiten construir un hogar de alta eficiencia energética; el proceso constructivo es rápido, preciso y limpio; los paneles llegan listos para ser instalados,  se encajan de manera perfecta sin dejar residuos; las fijaciones o anclajes son especiales asegurando la correcta operación; los paneles son autosoportantes, esto significa que no se debe invertir en una estructura de soporte adicional. La termo regulación natural de la paja y el barro son únicas y a esto se suma la no exposición a químicos o hongos en las paredes de nuestro hogar. 

Straw Box Panel

Este producto calza con lo que en ecología se llama: Solución Basada en la Naturaleza, y si bien contiene formatos específicos para construir casas, no existen limitaciones para construir otro tipo de edificaciones como colegios, consultorios, oficinas, centros comerciales, entre otros.

El Colapso Climático y de Biodiversidad nos ha enseñado que tenemos que reducir drásticamente los impactos y de manera urgente, el tiempo para seguir haciendo más de lo mismo se terminó. Pero además, debemos avanzar en resiliencia y adaptación. Y esta experiencia nos lleva por ese camino, Straw Panel y Straw Box es una solución que puede usarse, incluso, cuando las economías flaqueen y los recursos como el agua y los combustibles fósiles falten.