El #CambioClimático no sería tema para mi si no hubiese sido por las enseñanzas de mis padres.
Gracias a que me enseñaron a nadar a los 2 años, el mar, los ríos y los lagos han sido parte de mi conciencia más íntima a lo largo de toda mi vida.
Gracias a que me llevaron a dormir en quebradas desde los 4 años, el ruido del viento, el olor de la tierra, la humedad del amanecer se impregnaron en mi memoria y me llaman todos los días a buscarla y a protegerla.
Gracias a que me llevaron desde los 4 años a cientos de excursiones por cerros y montañas hoy conozco y distingo todas las aves. Por su vuelo, por su canto, por la forma como construyen los nidos, por la forma y tinte de sus huevos. Y disfruto cada momento que me pongo en contacto con esta maravilla de la naturaleza.
También me enseñaron a reconocer y valorar la vegetación nativa. Así he podido salvar a muchos de las irritaciones de un litre, contado historias respecto de la importancia del boldo, el ñirre, la lenga, el arrayán y la araucaria; lo que me ha convertido en un eterno amante y protector de lo que ello significa.
Así, cuando hoy recorro un sendero, es como viajar por una biblioteca de información mágica y fantástica. Porque nada me es indiferente. Distingo entre rocas metamórficas y sedimentarias, puedo calcular el tiempo que transcurrió desde que hubo conejos en el camino, cómo cruzar alambradas sin dañarlas, o la forma cómo caminar sobre las piedras húmedas de un río sin resbalar y muchas cosas más.
Gracias a mi padre por enseñarme cómo encontrar la Cruz del Sur en el cielo estrellado, y con ello, el Norte Magnético junto a los otros 3 puntos cardinales. Sólo con eso, me motivó a mirar hacia arriba desde una temprana edad, que es justo cuando no tenemos barreras y nuestros pensamientos pueden volar hasta el infinito. En esos viajes cósmicos inventados fui y volví mil veces hasta el fondo del universo. Y logré mirar a la tierra lejana, frágil y pequeña desde lejos, pero tan hermosa a la vez, lo que me ha convertido en su eterno protector.
Entendí cómo la estábamos destruyendo, y que lo peor que podíamos hacer, era no hacer nada.
Una de las mejores batallas es desconectar a los niños de hoy del sistema impuesto. Hacerlos subir un cerro, que caminen a pies descalzo, conversar con ellos sobre volcanes, ríos y quebradas. Cambiar el Playstation por maquetas de ecosistemas, plantar y cuidar árboles, abrazarse junto a ellos tirados sobre una roca en una noche estrellada. Cerrar los ojos y jugar a que viajan por el Sistema Solar y el cosmos. Descubrir y charlar cómo y porqué las tribus nómades y muchas culturas ancestrales llamaban a la Tierra: Madre.

«Desconectar a los niños del sistema impuesto»
Tremenda frase don Hernan, lo he estado haciendo hace mucho desde esta hermosa profesión como lo es la docencia. No hay peor opción en un ser humano que resignarse y derrotarse a lo injusto. No debemos claudicar en proteger este hermoso planeta.
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